De paseo por las tierras de Hugo Rafael I

Una semana de visita en Venezuela.
A romper mitos.
Hugo Rafael I, más conocido como Hugo Chavez en otros lares, es amado u odiado, no hay medias tintas. La gente se polariza.
Sin embargo todos comparten que Caracas está muy sucia, que no se han preocupado por los monumentos ni el ornato, la gente duerme en las calles. Duele ver un entorno tan hermoso dejado de la mano de dios, o de Hugo Rafael. Existen grandes obras arquitectónicas: El Teresa Carreño, el museo de Arte Contemporaneo -que tiene colecciones contemporaneas y cuadros de Picasso: fabulosa- la Universidad Central o la Simón Bolivar...Visitamos los talleres del maestro Candido, donde la pollo aprendió hace ya muchos años, los secretos del vidrio fusionado, y los maravillosos espacios de Reina- premio nacional de cerámica- y Maruja Herrera. Las piezas que se muestran en la fotografía y que me cautivaron especialmente, mientras tomabamos un café recién colado, corresponden a Reina, del año 2005, gran mujer, que además de un humor brillante y agudo, sigue produciendo a sus 84 años.

Sin embargo la gente no vive bien y eso se nota. Al visitar librerías, gran placer que aprovecho en todos mis viajes, recordé la discusión chilena sobre el IVA a los libros; en Venezuela no hay IVA a los libros, pero son igual de caros!
Hay aún lugares entrañables como el Hatillo, símil de Usaquén en Bogotá, Palermo Viejo en Buenos Aires o Bellavista en Santiago.

De ahí a los Roques, archipielago al norte de La Guaira. Posadas de colores en un pueblito diminuto. Decenas de islas distintas a las que cada día lo llevan alternando las vistas y los sueños.

Algo de tiempo para releer Lecciones para una Liebre Muerta, del argentino Mario Bellatín. Justo un año después de que aprovechara la buena voluntad de la Oca en su viaje a la feria del libro de Buenos Aires para recargarla de encargos literarios. Lecciones esta escrita como pequeños relatos alternados, donde conviven y componen el cuadro muchos personajes mágicos, entre ellos el propio Bellatin con una mano ortopédica Otto Bock, que de vez en cuando se le ocurre funcionar por sí misma.
Buenos amigos y largas conversaciones gracias a la brillante idea de Guillermo de llevar una caja de vino y una botella de Whisky. Sólo la inspiración de estos licores y los platos preparados por Nancy- dueña de la pensión- pudieron, después, en medio de la sobremesa, permitirnos descubrir que el mobiliario en que reposabamos había pertenecido a María Antonieta, en realidad muebles de la cocina de Versalles que fueron robados por los primeros comuneros en entrar al palacio.
Rob, gran conversador y sutíl observador, aporta no sólo la cuota de humor sino que el paladar de un verdadero conocedor de los cheeseburgers.
Isabel que se nos unió los dos últimos días, proveniente de francia, pero con verdadero acento argentino gracias a los años de diplomático de su padre, asesora de un político de la republique, de quién nadie preguntó para mantener las buenas costumbres y poder degustar los vinos y las ideas con la conciencia limpia.
El sol, los veleros, el rumor del viento, perfectos compañeros de unas extraordinarias vacaciones