Arca perdida de Humboldt y Bonpland

En mi viaje por las tierras del virreynato de Nueva Granada, el archipiélago de los Roques y La Guaira, conocí el trabajo de investigación y descubrimientos de Alberto Monteagudo, charrúa avecindado en Caracas.
Alexander Von Humboldt, quién conoció al naturista francés Aimeé Bonpland en parís a fines del siglo 18, emprendió, con éste, un viaje por américa que abrió el conocimiento de estas tierras en época post colonial.
Se une su investigación en el continente americano a la de otros grandes como Darwin, Domeyko, Gay.

Monteagudo con un trabajo investigativo de varios años presentó en el museo de Ciencias de Caracas, sus descubrimientos, piezas ocultas en una gruta del majestuoso Avila que observa la ciudad escondiendo en sus entrañas todo tipo de tesoros producto de las multiples culturas que por ahí han pasado.
Las piezas de la colección son realmente asombrosas: desde esqueletos de peces y reptiles voladores, a objetos producidos por alquimístas que aún no se ha podido determinar su composición.
Muchas veces no nos percatamos de la mágia que está enterrada en las entrañas de nuestras tierras y de la imaginería de nuestros pueblos. Buscamos en otros lugares y tratamos de copiar lo que viene del norte. Benedetti ya lo decía: el sur también existe. Y nos permite soñar, observar, tomar de nuestras culturas y recrear a partir de nuestro entendimiento de la realidad. Esa realidad mágica de García Marquez, Monterroso, Mutis, Monteagudo, Mistral - ya van muchos con M- Neruda, Huidobro:
"Los veleros que salen a repartir mi alma por el mundo, volverán convertidos en pájaros" (de Altazor, canto I)

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